Planear una boda es un proceso meticuloso donde todos los detalles se deben tener presentes y calculados. Pero en nuestro caso hubo un pequeño detalle que se nos pasó por alto. Nuestra boda fue Bogotá un sábado en la noche, y 48 horas después saldríamos a nuestra luna de miel. Lo que habíamos planeado era pasar dos noches fuera de casa, para luego viajar el lunes en horas de la mañana a la isla de San Andrés. Sin embargo, con solo un día de casados aprendimos que no todo se puede planear y que de las imperfecciones de la vida hay que reírse y disfrutar.
La boda salió mejor de lo que habíamos imaginado. Fue un momento inolvidable para los dos. La sorpresa fue al llegar al hotel donde mi esposo notó que no había llevado su maleta de viaje. Justo en nuestra luna de miel. Te interesará leer los elementos que no pueden faltar en tu maleta para la luna de miel.
Eso implicaba que deberíamos salir a las calles de Bogotá específicamente, donde los domingos hay ciclorruta y prácticamente toda la ciudad se reúne a disfrutar del sol acogedor, con mi esposo vestido con su traje de novio pero un poco desarreglado. Ahora deberíamos cambiar nuestros planes por completo.
Nuestro primer desayuno como esposos fue en una habitación de hotel con vista a las montañas de Bogotá, pero con una decoración particular, mi esposo usando parte de su traje de sacoleva, tomando jugo de naranja. Luego salimos al lobby del hotel donde la opción de disimular que éramos recién casados no era posible y veíamos las risas pícaras del staff. Este hotel tiene una peculiaridad y es que el lobby no es sobre la calle sino hay que caminar un poco, por lo cual tampoco pudimos disimular frente a la multitud presente en la cicloruta dominguera, mientras tomábamos el taxi de vuelta a casa de mi suegra para recoger la tan anhelada maleta.
Después de hacer el ‘oso a lo cachaco’, y eso que mi esposo es cucuteño, nos olvidamos de las mil miradas de los transeúntes y decidimos disfrutar el momento pensando solo en nosotros dos, recordando una de las frases de una canción vallenata que siempre nos ha acompañado desde nuestro noviazgo: “que todo el mundo diga estos muchachos si se quieren”.
Esta anécdota nos confirmó las palabras que una persona sabia nos regaló antes de nuestra boda, cien por ciento ciertas: disfruten su boda y recuerden que algo va a salir mal; pero igual es su noche y que el amor baile hasta el amanecer. Así empezamos a descubrir los secretos de un buen matrimonio.
Mi esposo y yo les contamos esta historia para ayudarles a disfrutar todo lo que implica la boda, desde probar varios menús diferentes, medirse docenas de vestidos sin encontrar el indicado, escuchar más de 50 consejos de familiares y amigas o hasta soñar con manteles, flores y banquetes. Disfruten el presente y nunca dejen de reír como niños, porque si en algo hay cacharros es en un matrimonio.
Para que no se te olvide nada en tu maleta te recomendamos que leas este post: Las 7 cosas que no deben faltar en tu maleta para el viaje de luna de miel: ¡Disfrútalo al máximo!
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