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Carolina y Eduardo: un hermoso matrimonio organizado ¡en sólo dos meses!

¡A los dos meses del compromiso tuvieron una boda realmente excepcional! Conoce la historia de Carolina y Eduardo y disfruta de la magia de Bogotá en su sesión de fotos.

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Ya van a ser las tres de la tarde. El primer invitado llegó hace ya un buen tiempo y ahí está, siendo cómplice de la idea: es el sol que ya está listo para las fotos, resaltando el elegante recogido de Carolina, logrado por su estilista Sebastián en la peluquería Murano de la calle de los anticuarios y la sonrisa de Eduardo, lograda solo por el alegre rostro de Carolina. Decidieron que para reducir un poco la tensión de la boda, en lugar de tener su primer encuentro en la Iglesia, lo tendrían en la calle; en el centro histórico de Bogotá.

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Foto: Maria Roa Photography
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Foto: Maria Roa Photography
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Todo empezó dos meses antes, en noviembre, cuando se comprometieron porque tenían claro que lo que querían era casarse.

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Foto: Maria Roa Photography

Carolina dice que lo que buscaban era ‘un día memorable pero sencillo’. Sin complicarse con mayor cosa, ellos mismos se encargaron de la organización de la boda. Definir, decidir y saber delegar, dice ella; fueron las claves del exitoso evento que resultó su matrimonio.

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Foto: Maria Roa Photography
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La fecha que terminó siendo escogida para ser memorable fue el 10 de enero, así quedó registrado en las atractivas invitaciones que elaboró Bórvill. Bogotá desocupada fue el lugar perfecto para casarse: los invitados no tendrían inconvenientes para desplazarse y La Candelaria (¿en qué mejor lugar podrían casarse dos arquitectos?) lucía radiante de sol capitalino.

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Foto: Maria Roa Photography
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Foto: Maria Roa Photography

La Plaza de Bolívar, el Colegio San Bartolomé, el Teatro Colón, las calles de La Candelaria y las montañas lindas atrás, serían la locación perfecta para que María Roa registrara magistralmente un amor que, rodeado de sus seres queridos, daba inicio a un año y marcaba el comienzo de una historia.

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Foto: Maria Roa Photography

Luego de las fotos preliminares había llegado el momento de la boda, por lo que el siguiente paso era atravesar materiales de construcción y andamios: sí, la Capilla de San José, al interior de la histórica iglesia de San Ignacio en el Colegio San Bartolomé que estaba en proceso de restauración, los recibiría a ellos y a los invitados, no sin antes escuchar una breve explicación de la vasta historia de la construcción. Valía la pena la travesía: es tanto el arte, tanta la belleza de la capilla de San José que resulta difícil describirla, así lo hizo Carolina: ‘una capilla que se ilumina de azul claro y dorado gracias a las hermosas pinturas del jesuita Santiago Páramo’. En estas fotografías podrás ver a lo que nos referimos:

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Foto: Maria Roa Photography

La exquisita interpretación de algunas obras clásicas por parte de la agrupación Konzert, dirigida por el maestro Mariano Loedel, daban el sello definitivo a la calidad estética de este momento.

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Foto: Maria Roa Photography

El toque espiritual, por su parte, fue dado por el sacerdote Ray Schambach y por la decisión de contratar las sillas a la Fundación Ana Restrepo del Corral.

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Luego de la celebración, los novios salieron de la capilla junto al músico Juan Maya quien con su acordeón tocaba música francesa y los acompañaba por la calle 10 hasta el tradicional Hotel de la Ópera. Era tan bonita y original la escena, que los transeúntes felicitaban a los novios, les pidían selfies o se quedaban mirándolos.

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Adentro del hotel la marca de belleza de la que estaba impregnado este matrimonio, seguiría evidenciándose. Toda la primera planta del hotel se colmaría con 130 invitados: las mesas sin mantel, las sillas tiffany doradas sin forrar y los servilleteros, recordatorios, pájaros marca mesas y detalles de los tocadores, elaborados por la misma Carolina quién diseña detalles para eventos hace más de 3 años con su negocio Make a wish! Event Styling Services.

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Luego de una fabulosa cena y unos deliciosos naked cakes hechos por Laura Jaramillo Maya, amiga de infancia de Carolina, todo esto acompasado las suaves melodías del acordeonista, que además ambientó con precisión el brindis, era el tiempo de pasar al segundo momento de la noche.

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Psyco Entertainment se encargaría de darle protagonismo a los tenis rosados desteñidos de 10 años de la novia que hacían juego con su vestido: un Vera Wang que la ‘flechó’ a primera vista y a las botas de la suerte de Eduardo, que se acompañaron de un traje del sastre Jose Mejía, una camisa Arturo Calle y un corbatín de la Corbatería Trevi, ya que con su música ¡los pusieron a bailar a todos!

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El año empieza con una nueva historia marcada por una estética casi empírica: descomplicada, casi inconsciente de sí misma; pero que, como la capilla en que se casaron, permanecerá a lo largo de la historia.

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En la mano de Carolina, un anillo de Maz Joyería y en la de Eduardo, uno de Simón MazueraPermanecerán, no solo como el recuerdo de un pacto, sino como una digna de memoria, de una tarde marcada por un toque sencillo pero contundente de belleza, como solo el amor entre Carolina y Eduardo la podrían lograr.

Lugar ceremonia: Colegio San Bartolomé en la Capilla de San José dentro de la Iglesia de San Ignacio | Recepción: Hotel de la Ópera | Vestido de novia: Vera Wang | Traje del novio: Sastre José Mejía | Camisa: Arturo Calle | Corbatín: Corbatería Trevi | Peinado y maquillaje de la novia: Sebastián – Peluquería Murano de la Calle de los Anticuarios | Fotografía: María Roa y Andrés Alvarado de María Roa Photography | Concepto y detalles: Carolina Concha – Make a Wish! Event Styling Services | Ponqué: Laura Jaramillo Maya | Comida, montaje de la decoración, menaje, mobiliario, flores: Hotel de la Ópera | Acordeonista: Juan Maya | Música de la Iglesia: Grupo Konzert, Director Mariano Loedel | DJ: Mateo Jiménez y Juan Camilo Peña de Psyco Entertainment | Anillos: Maz Joyería y Simón Mazuera | Tarjetas de invitación: Bórvill

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