La noche cae sobre el pueblo y sus colores, y un par de enamorados juega entre sus tiendas: juegan a tocar piano, se paran tras el mostrador de la tiendita, se sientan en la silla de la barbería; el lente que los persigue, además de mostrar los colores y la escenografía de una sesión de novios única, nos deja ver que se divierten, que están teniendo una buena noche, que están viviendo uno de los mejores días de su vida: Camilo y Marcela se acaban de casar y están felices.
En el portón de la hacienda —sí, es una hacienda, no un pueblo—, una frase esperaba desde temprano el rostro o mejor, el gesto de Marcela: “Siempre fuiste tú”. Camilo también, él había organizado la sorpresa con Diana, la wedding planner de la Hacienda San Juan, el lugar donde esta pareja se casó y la sorpresa dio resultado porque una vez más, este novio podía ver esa expresión emocionada en el rostro de la que siempre fue, como cuando le pidió la mano bajo la estatua del Cristo Redentor en Rio de Janeiro.
La inmensidad los había rodeado durante la pedida de mano, por ese mismo motivo escogieron un lugar en el que la naturaleza fuera protagonista. Basta llegar a la Hacienda San Juan para sentirse envuelto por la naturaleza, rodeado de belleza: cada una de sus partes es inspiradora, el Pueblito San Juan, la plaza central, sus jardines, el mirador, el salón… Desde que inició la boda, la belleza resultó un elemento característico que queda evidenciado en la sesión de fotos que organizaron con la hacienda.
La novia llegó temprano y ya la habitación estaba dispuesta con su calidez y sus tonos amaderados para acogerla. Tras un momento a solas con su maquilladora y sin ningún tipo de afán, la novia salió deslumbrante hacia la ceremonia. Habría que ver su sonrisa cuando salió hacia la capilla, apenas a unos pasos de su habitación; pero ella recuerda más el rostro de Camilo, “cuando caminé en compañía de mi abuelo hacia el altar, y vi la mirada de mi esposo emocionado y enamorado por verme, en ese momento supe que estaba tomando la mejor decisión de mi vida”, cuenta Marcela.
Adentro de la capilla la esperaban, en un espacio con capacidad para 90 personas, sus familiares y amigos sonrientes y con los ojos emocionados. En el altar, la madre y el tío de Camilo lo entregarían, como a ella su abuelo. Eran el uno para el otro, sí, pero rodeados de las personas que más les han amado en su historia. Luego de una emotiva ceremonia, todos saldrían a la bonita plaza central y se tomarían una foto familiar con los colores vibrantes típicos de un pueblo y el característico acogimiento que produce la hacienda.
La Hacienda San Juan tiene estos colores porque el fundador es un enamorado de lo nacional, de lo orgullosamente colombiano. Por ese motivo decidió hacerla de esta manera. Luego varias personas empezaron a pedirle el lugar alquilado para hacer sus eventos y la locación no pudo resistirse más a su vocación: la de ser un lugar para vivir una experiencia con ese toque de tradición colombiana y la belleza de la naturaleza rodéandola, sin salir de Bogotá. Un lugar ideal para vivir matrimonios únicos.
Luego vendría una sesión de fotografía cargada de jardines, mientras los invitados disfrutaban de un coctel en la plaza central, rodeados por el mirador, la barbería, la tienda paisa, la alcaldía y el hotel, y cuando estos se fueran hacia el salón principal para vivir la celebración, en un horario milimétricamente organizado por la wedding planner y el equipo de servicio de la hacienda, los novios se quedarían con el atardecer cómplice en ese mismo pueblito de San Juan, haciendo las increíbles fotos que te enseñamos.
La noche concluiría en una celebración increíble en el salón para 160 personas que se encuentra en la parte superior de la Hacienda San Juan. Una fiesta por la que los invitados no paraban de halagar a la novia: “qué bonita decoración”, “todo muy bien organizado”, “el lugar nos encantó”, “qué comida tan exquisita”; nos cuenta Marcela que fueron los comentarios que recibió. Lo mejor es que ella no tuvo que ocuparse de buscar esto por aquí y lo otro por allá, porque todo estuvo a su mano en la misma hacienda, desde la organización hasta las fotografías.
Además del papel fundamental del lugar, hay que reconocer el increíble trabajo de Diana y el equipo de la Hacienda San Juan para lograr esta hermosa boda. Cuando la noche cae y nadie te puede quitar la sonrisa de la cara, es casi seguro que te verás radiante con tu pareja en las fotografías. Entonces sabrás que valió la pena tomar la decisión y aventurarse en el esfuerzo de construir un momento bonito para celebrar la boda. Sí, si al final del día los dos tienen una sonrisa en su cara, es porque algo estuvo bien decidido.
Selecciona a los proveedores que quieres contactar
Entérate antes que nadie de lo último en tendecias para bodas
Suscríbete a nuestra newsletter
Escribir un comentario