Se dice que la magia no existe, que se trata de una confusión de los sentidos, que no es más que simples juegos con detalles que nos causan ilusiones. Sin embargo, hay momentos en la vida, hay personas, que nos hacen dudar de la veracidad de esa premisa.
Un grupo de mariposas aleteando en el estómago, un sacudón tan poderoso que parece que la tierra va a salirse de su curso, el acto asombroso por el que una presencia, que para los demás puede representar una mera circunstancia más, logra iluminar con más fuerza el ambiente, darle mucho más color, llenarlo todo de brillo… Los que nos hemos enamorado, hemos llegado a dudar de la premisa que dice que la magia no existe.
Hoy nos lo recuerda la historia de Juliana y Fernando: se pone como evidencia en el centro de la discusión, defendiendo la capacidad que el amor tiene de alterar las leyes de la realidad… Por lo menos dentro de nuestros corazones. No puede tener esta tesis un mejor respaldo testimonial que el de las fotos de Mauro Cifuentes, ni una gota de la ilusión se le escapó a su lente.
La noche aportaría un marco perfecto, sería generosa en fantasía para poder enmarcar este cuadro mágico: habría que ver a Juliana, alta y hermosa, bañada con un velo catedral que resaltara la sutileza y elegancia de su vestido colección 2015 de Rosa Clará.
Y habría que ver por supuesto, los ojos de Fernando: encantado ante la suntuosa belleza que su ahora esposa desplegara. Feliz y enamorado, con su vestido de Ramiro’s; posó sin posar, sino disfrutando, para que aquella noche fantástica quedara como evidencia de que lo fascinante habita entre nosotros y de que él mismo lo ha experimentado.
Una vez fueron presa del encanto que el amor había cernido alrededor de sus vidas y decidieron que no tenía sentido seguir pensándose distantes, Fernando y Juliana dejarían atrás otros amores para dedicarse a darse el uno al otro. En el Hotel Hilton se despedirían de sus padres y de allí se dirigirían a entregarse a un compromiso eterno.
Un elegante solitario de compromiso lograría su cometido y con el curso del tiempo, llegaría a convertirse en dos argollas, que representarían siempre el compromiso como uno solo. No el de ella con él o viceversa, no, el de los dos con Dios: bajo la elegante arquitectura de la Capilla de los Santos Apóstoles del Gimnasio Moderno, ellos vivirían una fusión espiritual y con ese nuevo ‘uno’ que se harían, sería su compromiso definitivo.
En el Club Colombo Libanés se realizaría la celebración. Un ambiente cargado de asombro y fantasía, pero sobrio en todas sus medidas, sería logrado por Ángela López Wedding Planner: el blanco sería el color predominante, candelabros altos con ramos bajos de flores blancas, como el ramo de la novia, sobre mesas redondas y rectangulares, todas con mantel del mismo color.
La boda se extendería hasta muy entrada la noche, la celebración llegó a ser tan especial que quedará para siempre como uno de los mejores recuerdos en la mente de Juliana, o por lo menos así lo deja ver en sus palabras: ‘Mi sueño hecho realidad, todo salió como lo deseé, pasé momentos inolvidables, estuvieron las personas que siempre quise que me acompañaran y la magia la vivimos todos’.
Fotografía: Mauro Cifuentes Photographer | Hotel: Hilton Bogotá | Vestido de la novia: Rosa Clará | Vestido del novio: Ramiro’s | Ceremonia: Capilla de los Santos Apóstoles del Gimnasio Moderno | Wedding Planner: Ángela López | Lugar de celebración: Club Colombo Libanés.
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