Encontrar un fotógrafo que de verdad sea capaz de despertar emociones con su trabajo, aún cuando todos digan en su publicidad que lo hacen, no es tan fácil. Revisando a los mejores de nuestra página, encontramos el trabajo de uno que nos llamó la atención de entrada por el nombre de su página: Camilo Nivia Emotional Photographer. Cuando entras, el sonido de un piano aparece suavemente y te conecta de inmediato con sus fotografías, un beso que emerge en medio de un paisaje exhuberante, abandonados el uno al otro en su amor o una novia tomada desde el aire en un inmenso bosque y entonces te das cuenta de que el nombre fue escogido con cuidado.
Decidimos hablar con Camilo para intentar sacarle los secretos de su fotografía pero resultó que no tenía secretos. Nos habló de todo: cómo había entrado en el mundo de la fotografía, de su primera cámara, de su historia, de su amor por el arte; nos hizo reír, nos contó anécdotas que ha vivido con diferentes parejas de novios y hasta nos habló de su hijo. “¿Así habla con los novios?”, le pregunto en medio de la conversación. Se ríe y me responde que así habla él. Se le nota. Aquí están, no los secretos, sino los elementos que hacen que su fotografía te haga vibrar de emoción:
Arte
Antes de entrar al mundo de la fotografía de bodas, dedicaba sus días por entero a la música, «es Alberto Ginastera —nos explica sobre la música en la página de Camilo Nivia Emotional Photographer—, hace de la música tradicional argentina, una pieza clásica»; entonces empieza a contarnos su historia sobre cómo estudia la guitarra clásica desde hace 13 años y mientras se dedicaba a la enseñanza de música tradicional en los municipios de Boyacá, empezó a involucrarse en proyectos de fotografía. Primero haciendo registros a los grupos de niños que formaba, después paisajes, luego productos, moda y sin saberlo, todo esto era su preparación para convertirse en fotógrafo de bodas.
Su primera boda fue como reemplazo de una segunda cámara en Paipa, Boyacá. Recuerda que iba con la primera cámara que compró y que aún conserva como recuerdo. Le había comprado lentes análogos, de esos pesados y manuales. «Me lo tomaba como un entrenamiento, porque ese tipo de equipos te obliga a pensar mucho más cada foto, en vez de disparar, disparar y disparar», nos cuenta Camilo. De ahí debe venir su ojo aguzado.
El reto de pensar con su vieja cámara cuál era el instante preciso para sacar la fotografía por un lado, y la posibilidad de combinar su amor por el arte con este trabajo por el otro, lo dejó enganchado con el mundo de las bodas. «Una vez en postboda, tenía una pareja con un poco de tensión y afán, así que me detuve, guardé cámaras y me senté con ellos a leer poesía. Justo cuando cambió la risa tensa por la sonrisa auténtica, agarré cámaras de nuevo y continuamos la sesión, porque mi prioridad es hacer que demuestren su felicidad, no solamente que parezcan contentos». Él intenta dejarnos claro que ante todo se trata de un trabajo, pero sus fotografías y su forma de describir su labor, delatan la naturaleza artística de este profesional.
Momentos
«Tú sabes que uno siempre está en la búsqueda de construir un lenguaje», nos dice tras hablarnos de su historia en la fotografía. Y aunque él considera que aún lo construye, una vista atenta de su trabajo nos permite darnos cuenta de que ese lenguaje ya lo tiene. Su historia, su amor por el arte, pero particularmente su especial interés por las parejas. Uno entra en la galería de la página de Camilo Nivia Emotional Photographer y si se dirige a las fotografías de sus parejas, va a encontrar que cada una tiene una música propia, un poema único y una colorización meticulosa y particular. «Así puedo envolverlos en un ambiente onírico», dice el fotógrafo.
Lo que quiere, evidentemente, es hablar de cada pareja. Así encuentras una sesión posboda con una foto en una tienda típica de un pueblo boyacense, que representa el amor de los novios por su tierra, o un niño que amarra los zapatos de su papá, quien es el novio. Las fotografías por sí mismas nos cuentan de los novios y su historia. Su trabajo no parece buscar guardar los momentos por sí mismos: las emociones son más fuertes cuando se logra mostrar personas, seres humanos que están viviendo posiblemente el mejor día de sus vidas.
Cuando los novios llegan a seleccionar las fotos que quedarán en el álbum —todas las puedes ver en una carpeta en internet que él sube para ti y tu pareja—, esta labor les suele resultar difícil por la calidad de las mismas. Algunos ya tienen idea de cuáles serán las que queden porque Camilo hace una presentación el mismo día de la boda. No olvida cómo la primera vez que presentó las fotos a una pareja, sorpresa que coordinó sin que ellos supieran, los dos novios lloraban de la emoción. Los abrazos y las sonrisas de la pareja lo motivaron a convertir esto en casi un ritual que practica en cada boda.
Paisajes
El otro elemento que se hace evidente de manera particular en sus sesiones de preboda y posboda, es su capacidad para escenificar a cada pareja. Este bogotano de nacimiento ha vivido en Boyacá desde que tiene 15 años, y su vida en Guateque lo llevó a conocer parajes tan hermosos como los que se pueden disfrutar en los alrededores de esta población: Tenza, Garagoa o Santa María. Su forma de conectar esos escenarios con los protagonistas es otro de los elementos que enriquecen su fotografía.
Hay cierta magia en la fotografía de una pareja rodeada de cactus que casi surge de ellos abrazada, en los novios que caminan solos por la plaza principal de Villa de Leyva con una sonrisa en la cara, en los que pasean como si recién se hubieran enamorado en medio de los jardines de la Hacienda El Salitre, en la cascada que se deja caer como un velo de seda para la foto de los nuevos esposos. Esta capacidad de escoger paisajes se denota especialmente en sus sesiones Trash the Dress, las que considera más disponibles para la creatividad y en las que con algo de maestría, el ambiente se dispone a merced del artista y la pareja, para mostrar el amor más puro y despojado a través de su lente.
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a repasar fotografías? Hay una cantidad de vida acumulada allí que te vuelve a la memoria y trae con ellas personas, momentos, sentimientos… El día de tu boda quizá sea uno en los que más emociones vayas a sentir en toda tu vida y cuando mañana las quieras revivir tomarás el álbum. Si las fotos son lo suficientemente buenas, tendrás un viaje en el tiempo y cada momento volverá a ti como esa primera vez. El secreto para lograrlas es elegir a un profesional con la sensibilidad suficiente para lograrlo, uno tan apasionado y entregado como Camilo Nivia Emotional Photographer, nuestro recomendado.
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