‘El amor nunca deja de ser’, reza el texto sagrado. Diana y Alejandro parecen creerlo y estar absolutamente convencidos de que esa es una premisa real. Se conocieron en la universidad por un amigo en común y empezaron a salir enseguida, no pasó mucho tiempo antes de que decidieran hacerse novios. Desde entonces, sus amigos y familiares han tenido la oportunidad de observar en primera plana un amor que crece y se refuerza constantemente, que a pesar de las circunstancias por las que han pasado, ha permanecido intacto.
‘Hasta el día del matrimonio llevábamos 10 años de novios y 6 de esos, viviendo juntos’, afirma Diana, ‘hemos sido una relación que se caracteriza por estar enamorados igual o más intensamente que el día en que nos conocimos’. Pero aunque la relación permanecía con esa fuerza que los había unido vigente y aunque ya llevaran años viviendo juntos, Diana esperaba dar un paso adelante. Alejandro, sin embargo, parecía no tomar la resolución.
Los gritos emocionados y el llanto de alegría que surgirían de Diana no tendrían lugar en el restaurante al que él la invitó el viernes de ese fin de semana en que ella cumplía años, Alejandro simplemente no sentía que el momento se diera y el anillo se quedó en el bolsillo. Tampoco se escucharon en la cena familiar que la hermana y el papá de Diana organizaron el sábado siguiente, porque Alejandro tampoco se atrevió en ese momento. Pero Alejandro ya estaba decidido.
Al llegar de la reunión en familia, Alejandro invitó a Diana a oír música en la sala. Ella, que tiene una devoción y quería descansar para ir al otro día al jardín de La Virgen a celebrar su cumpleaños, aceptó a regañadientes. Sería un 13 de mayo el día siguiente, un día especial para los devotos marianos.
La conversación se desplazó hacia ese tema: ¿ya tienes lista la petición que le vas a entregar a la virgen mañana? –preguntó la adormilada Diana-. Sí, ¿y tú? –respondió nervioso Alejandro-. Con un gesto oscilante entre el sueño y la concentración, ella respondió que sí mientras hacía cuentas del tiempo que llevaba pidiendo que Alejandro le pidiera la mano. Como si leyera sus pensamientos, él se arrodilló en frente suyo: ya no tienes que pedir más eso. ‘¿Quieres casarte conmigo?’ La emoción de Diana fue incontenible.
Luego vinieron los preparativos. Diana, siguiendo las recomendaciones de amigos, decidió que encontraría su vestido en Internet. En la pantalla se veía hermoso, pero al verlo llegar se sintió defraudada: ‘el vestido era espantoso’, así lo definió ella misma. Pero su madre encontraría la solución; su amiga Diana Macadi, costurera especializada en vestidos de novia, lograría la espectacular factura que la mirada femenina y detallista de Lil’Photo capturó en su detallada y entretenida narración fotográfica de esta historia.
El lugar escogido para llevar a cabo la ceremonia y la celebración fue la hermosa Hacienda Las Marías, en La Calera. Los familiares contemplarían el gesto expectante de Alejandro que se acompañaba de un refinado vestido azul, elaboración de Moss Brothers y se emocionarían de verlo cambiar su semblante al ver llegar a la hermosa Diana, maquillada por Carlos Bedoya, peluquero de Las Estrellas del Cabello.
Siguiendo la tradición de llevar algo nuevo, algo viejo, algo azul y algo prestado, Diana portó unos aretes y un collar que la mamá de Alejandro, Margarita Echavarría, le prestaría. También llevaría un tocado de Pronovias que una amiga suya le facilitaría y caminaría al encuentro de Alejandro; y luego con él por el pasillo hacia el altar, sobre unos botines viejos de color café que hacían juego con su vestido. Él también portaría unos viejos pero elegantes zapatos cafés de Kenneth Cole.
Frente al altar harían sus votos de fidelidad y amor que quedarían representados en dos argollas de la Joyería Griegos y que tendrían la siguiente marca: ´Diana y Alejandro – 20 de marzo de 2016’. Entre los aplausos de los familiares que ya conocían de antemano el compromiso que evidenciaban el uno por el otro, salieron por el pasillo para realizar esta bonita sesión fotográfica y luego a celebrar.
La decoración estuvo a cargo de la misma hacienda. María José García, la wedding planner del lugar, se encargó de lograr que la decoración floral se ajustara a la propuesta del ramo y de que todo saliera a pedir de boca durante la celebración. El DJ y amigo de la pareja, Oca Serrano, fue el encargado de prender la fiesta. Tan entretenida estaba que los novios tuvieron que salir corriendo y dejar a los invitados bailando para llegar a tiempo al aeropuerto. En México vivirían su luna de miel.
‘El mejor día de nuestras vidas’, así resume esta pareja en una frase su matrimonio. Vendrán otros días, con otras bellezas, con nuevas alegrías, con dichas diferentes. Pero es seguro que, cuando estén viejos y descubran que el amor no ha dejado de ser y se contemplen nuevamente en estas fotografías, dirán que no se equivocaron al describirlo de esa manera.
Vestido de la novia: Diana Macadi| Fotografía: Lil’Photo | Locación, organización y decoración: Hacienda Las Marías | Vestido del novio: Moss Brothers | Peinado y maquillaje de la novia: Carlos Bedoya de Las Estrellas del Cabello | Tocado: Pronovias | Zapatos del novio: Kenneth Cole | Argollas: Joyería Griegos | DJ: Oca Serrano.
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