Se conocieron desde niños en el barrio que los vio crecer en Bogotá, Milenta. Alrededor de los juegos, pilatunas y demás aventuras infantiles, se fue forjando una sólida amistad entre Alejandra y Fabio que duró muchísimos años, hasta que la magia tocó ese sentimiento y lo transformó en amor. Una historia de amor que comenzó en una fiesta en Compostela. Y esta es la boda de Aleja y Pitu, como los conocen sus familiares y allegados a sus vidas, en un reportaje gráfico bordeado por la magia de la naturaleza y la cultura ecuestre.
La magia del mar en un paraíso exótico fue el escenario donde Pitu le propuso matrimonio: en la Gruta de Benagil, al sur de Portugal, a donde tuvieron que llegar nadando. Ambos son amantes del mar y la playa, y por ello el momento quedó indeleble en los corazones de los dos novios, por supuesto, luego de escuchar el SÍ quiero y que Fabio entregara el anillo, acompañado de unas hermosas palabras.
Y llegó el día de la boda. Aleja y Pitu decidieron lucir el vestido de novia y el traje de novio, diseñados por Andrea Ríos. Su vestido corte sirena, escote ilusión de manga larga y espalda destapada, hacía juego con la corona de flores que lució en algunos momentos de la sesión de novios, caracterizado por el estilo rústico y ecuestre y en la misma boda, aportándole ese toque boho-chic muy sofisticado.
Como accesorios, la novia llevó un arete orejera Zawadzky. Las argollas y el anillo de compromiso fueron elaborados por la Joyería Edra. La marca de las argollas llevaba un símbolo de infinito entre los nombres de los novios.
El arreglo del ramo fue al mejor estilo DIY, ideado y elaborado por la novia. El peinado y maquillaje estuvo a cargo de una de sus grandes amigas del colegio: Lina Pulido. Por su parte, Pitu acompañó su traje oscuro con una camisa blanca, boutonnière, pañuelo de bolsillo estampado y zapatos a juego de la marca Gino. Para su arreglo estuvieron presentes los miembros de su familia, con la emoción a flor de piel.
La Iglesia que les daría la bendición a esta unión fue la Parroquia Nuestra Señora de la Calahorra, Cajicá. Una vez terminado el acto, los nuevos esposos se dirigieron a la Hacienda Guanatá, en Chía para celebrar esta etapa en sus vidas que acababa de iniciar.
Y quién mejor para registrar y capturar los momentos más emotivos y memorables de la boda que Andrés Torres Photographer y su lente profesional. Y el trabajo de grabación de video estuvo a cargo de Claudia Patricia Medina, quien trabaja en el mismo equipo. Un dúo profesional para perpetuar la felicidad de los recién casados.
La decoración floral de las mesas estuvo a cargo de Salomé Detalles y Eventos, con marcadores de mesa de Conejo Blanco, velitas en frascos de vidrio y un toque de romero con el nombre de cada invitado elaborado por los novios. Los demás arreglos florales utilizados para otros espacios de la recepción, también fueron realizados por los mismos novios. Margaritas, gipsofilias y rusco fueron las flores que embellecieron cada rincón de la hacienda.
Sandra Muñoz de Lovely Weddings Colombia fue la encargada de prestar asesoría y colaboración con el catering, el cual fue servido a la mesa de invitados. La mesa de postres fue elaborada y decorada por una amiga de la familia, Martha Linares.
No hubo show sorpresa o coreografía en la celebración, pero el espíritu vallenato inundó el escenario con el tema 10 razones para amarte de Martín Elías. Y de allí en adelante la celebración estuvo marcada al son y al acordeón de una verdadera parranda vallenata, propia de los buenos amantes de este género, como lo son los recién esposos. Y el encargado de amenizar luego la fiesta, fue su amigo DJ Hugo, con un recopilatorio donde nadie quiso sentarse.
Un momento muy especial ocurrió durante la ceremonia, pues la música estuvo a cargo de dos grandes amigos que hicieron que fuera perfecto. Como anécdota, el padre del novio se perdió del lugar de la recepción justo en el momento del brindis, pero los recién casados supieron sacarle partido a este pequeño traspié para compartir con los invitados y sacar algunas fotos más para el recuerdo. Un matrimonio que fue el resultado de 11 años de amor, un momento simplemente mágico.
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