Para un par de románticos como Natalia y Humberto, lo mínimo era tener un matrimonio con el mar en su llegada eterna ante sus ojos, con la brisa paseándose entre ellos y los invitados, con el sol coloreando con tonos de tarde las fotografías que fueron tan bien logradas por Valeria Quintero y que quedan como registro de un amor que estaba destinado a consumarse.
Se conocieron en una fiesta: el cumpleaños de un amigo en común. Al final de la noche, resultó ser que era mejor que Humberto tuviera conductor elegido y Natalia gustosamente aceptó hacerse cargo de la tarea. Un año después se irían a vivir juntos y cinco años después de haber convivido, él decidiría pedirle matrimonio.
Fue en la India, mientras visitaban el Taj Mahal, el fotógrafo les pedía una sonrisa que al parecer Humberto quería que viniera desde muy adentro, porque sin mediar introducciones le dijo: casémonos. Nata quedó pasmada: ¿era real? Al final del recorrido Humberto se lo confirmó. Lastimosamente la muerte del padre de Humberto fue a los dos días, lo que obligó a postergar los planes.
Seis meses después, mientras caminaban entre las prestigiosas joyerías que tradicionalmente se han encontrado sobre los arcos del Ponte Vecchio en Florencia, encontraron en una vitrina la excusa que necesitaban para volver a sus planes: un anillo de diamantes que a ella le gustó, entraron a comprarlo y una vez más, él le pidió matrimonio.
El 5 de marzo de 2016, Natalia luciría un modelo de Pronovias: straples, con escote corazón, ajustado arriba, con falda amplia, en tul y con encajes rebordados, sus tenis converse clásicos blancos le ponían el toque informal que con evidente experiencia Rick Gios propuso también para su peinado semirrecogido. El ramo de rosas color durazno, rosa pálido y blanco, con suculentas y otras plantas, fue elaborado por la floristería Opalo Muskari.
Por su parte, Humberto vistió un discreto traje azul claro con una camisa blanca. Sus zapatos tipo Oxford, color miel, le daban un toque sutil de elegancia a su apariencia, absolutamente acertado para un matrimonio en la playa.
Natalia y Humberto se enterarían cinco minutos antes de su boda de que el sacerdote no tenía problema con que se recitaran votos. Las playas de Isla Múcura, al frente del Hotel Punto Faro atestiguarían tales declaraciones de amor, que ningún asistente a la boda quedó sin lágrimas en sus ojos.
Luego de ponerse mutuamente las argollas con los nombres de la pareja inscritos en el interior, vendría el momento de la celebración. En un ambiente con toques vintage, de flores como las del ramo; de la floristería Don Simón, acompañadas por velas y bajo un techo de luces, los ahora esposos bailarían Prometo de Fonseca, el momento quedaría registrado en el corto que elaboraría Laura López.
Luego todos los asistentes se unirían al festejo acompañado por la Orquesta La Cuadra, que además, acompañó el banquete con melodías interpretadas en saxofón. Cuando la noche terminara, los novios, los invitados, algún curioso y la brisa del mar, podría contar que una nueva historia había empezado.
Fotografía: Valeria Quintero | Vestido de la novia: Pronovias | Ramo de la novia: Floristería Opalo Muskari | Maquillaje y peinado de la novia: Rick Gios | Catering, decoración y locaciones de ceremonia y celebración: Hotel Punto Faro | Decoración floral: Don Simón | Video: Laura López | Animación musical: Orquesta La Cuadra.
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