Las canciones tienen ese ‘no sé qué’ de hacerte volver. Apenas escuchas las primeras notas infiltrarse en el aire y sin cerrar los ojos, puedes regresar a un lugar sin desplazarte, repetir un momento, disfrutar el mismo sentimiento que tuviste la primera vez que significó algo para ti. Ahora imagínate a Paula, la protagonista de esta historia, escuchando: “Si tu corazón me guarda, no habrá fuerza que me aleje, no sé que nos traiga el mundo, ni el destino, ni la muerte. Solo sé que desde tu alma, una música me invita a navegar entre tus manos, por el resto de mi vida” y a su ahora esposo, Jhon, interpretando la canción de Andrés Cepeda. ¡Qué momento para una pareja que tuvo que estar alejada por tanto tiempo!
Mientras los demás apenas se fijen en la buena interpretación o entiendan que tiene que ver con la historia de los dos, Paula y John tienen una experiencia mucho más profunda: la viven. Fue acompañados de canciones, como en la serenata después de la boda, como se conocieron. Paula vivía en Medellín y vino a Bogotá para una celebración familiar. John, músico, tocaba en el restaurante que la familia de ella había escogido. El tiempo fue suficiente para cruzar teléfonos y eso, por increíble que resulte, fue suficiente para todo.
Unos tres días después, John se atrevió a llamar y la conversación les gustó, por eso la repitieron. De hecho las llamadas no pararon y siempre que empezaban, fuera la noche, la tarde o la madrugada, podían durar hasta 4 horas cada día. Fue en el 2005, un 25 de noviembre, cuando Paula vino a Bogotá, que dieron el siguiente paso: “Ese día decidimos hacernos novios e iniciar esta gran aventura que nos ha tenido unidos durante ya más de 11 años”, recuerda John. Y el amor empezaría su resistencia, porque en más de una ocasión, la distancia no sería de ciudades.
“Amor de lejos felices los tres o ¿novia a distancia y de un músico?”, eran los típicos comentarios de los familiares y amigos. Pero si su amor podía con los 430 kilómetros entre Bogotá y Medellín, también podría con más. Por ejemplo, cuando John se fue de gira a Sudáfrica en 2007 o cuando Paula se fue en 2010 a estudiar en Lóndres. ¿Recuerdas que en esa época no había WhatsApp? Skype o llamadas eran el único recurso. Ya no eran posibles las visitas para pasear en sus respectivas ciudades y no era tan fácil la comunicación. Pero el oro se probó en el fuego. Y sí, era genuino.
Cuando Paula volvió de Lóndres, John empezó a buscar contactos para irse a vivir y trabajar en Medellín. En diciembre de 2015, lo hizo. Ya para entonces habían hecho la compra de un apartamento y él dejó todo en Bogotá para ir a conseguir una oportunidad en la amable ciudad paisa. Pero ya iba preparado: en diciembre había estado cotizando anillos de compromiso.
Durante la Semana Santa del 2016 y luego de que Paula decidiera que la pasarían en Medellín, John echó a andar su plan. El 26 de marzo la invitó a un lugar que ella quería conocer: La Causa, un restaurante nikkei, cuyos trabajadores ya estaban aliados con John. Tras pedir una entrada y una sangría, empezaron a sonar canciones que eran de los dos, Paula se emocionó al principio pero luego empezó a sospechar: ¿eran posibles todas al mismo tiempo? Una cámara Go Pro, instalada por la administradora en complicidad con este enamorado, los filmaba desde lejos.
El ambiente estaba lleno de romance y el momento se acercaba, él dio la señal. Se levantó al baño, los meseros sacaron de la caja fuerte el anillo que John les había dado a guardar en días anteriores y se lo entregaron. Cuando volvió, recogió unas revistas colocadas intencionalmente cerca de su mesa. La última había sido diseñada por él, “al llegar me senté, y empezamos a ver las revistas mientras comíamos el postre, hasta que finalmente llegó a la página donde estaba el artículo con la propuesta, en la cual resaltaba una foto nuestra… Ya todo lo demás era lo de esperarse: La pregunta, la respuesta, poner el anillo, la llorada de ella, el beso y el abrazo”, recuerda John.
Con un traje azul de Arturo Calle y unos zapatos de cuero tipo Oxford, color marrón, de Zara, John vería entrar por las puertas de la Parroquia La Niña María, en Envigado, a la deslumbrante Paula: Su rostro maquillado y su peinado por Sussi Hache, un vestido en encaje, la parte superior ajustada, con cuello en V, con manga corta y espalda descubierta, la falda recta, creación de Alado Diseño; el tocado con flores secas y en resina de color dorado y durazno; los zapatos en color oro perla, el diseño ‘Pamela’ de Gula; un bouquet con suculentas, claveles bicolores y rosas spray blancas y durazno, y su anillo de oro blanco con diamante en la mano que por dentro, (los dos sabían), dice: I’m yours, trabajo de la Joyería Edra en Bogotá.
Luego de revestir sus dedos con las argollas elaboradas por Joyangel; la de él, de oro blanco y oro amarillo, y la de ella de oro blanco con chispas de diamante, las dos con la frase Worth the wait, (¡qué frase más orgullosa!), se dirigieron al lugar escogido para la celebración. Allí, las suculentas, claveles, rosas spray y follaje, acompañados de figuras hexagonales y candelabros dorados, velas flotantes y numeración dorada en la mesa conjugaban un ambiente rústico con lo moderno en la celebración. La decoración fue obra de Creta Event Styling, los mismos diseñadores del ramo.
Habían notas musicales por todo lado. En los individuales que tenían pentagramas; en una cortina, dibujados sobre unos corazones tras la mesa de dulce; en las canciones que el DJ hizo sonar, todas escogidas por los novios y en la serenata que John preparó para Paula: ‘Por el Resto de mi Vida’ de Andrés Cepeda, ‘Carmesí’ de Vicente García, ‘Mi Vida Sin Ti’ de Jesús Adrián Romero, ‘Amarte Así’ de Alejandro Lerner y ‘Desvanecer’ de Poligamia, fueron los temas escogidos para construir los recuerdos, así como el lente de Tatiana Garcés Fotografía, que les dejó estas increíbles fotografías.
Así, con sencillez, con esa sensación cálida, fue como Paula y John decidieron celebrar el amor que construyeron después de tantos esfuerzos, de tantos viajes, tantas pruebas, tantos minutos a celular; precisamente acompañados de música, como cuando se conocieron e inspirados por ese ‘no sé qué’ que tienen las canciones tuvieron la sensación de haber vuelto, de haber llegado a casa, cuando encontraron a quién sería, para siempre, su hogar.
Restaurante del compromiso: La Causa | Traje del novio: Arturo Calle | Zapatos del novio: Zara | Ceremonia: Parroquia La Niña María | Maquillaje y peinado de la novia: Sussi Hache | Vestido de la novia: Alado Diseño | Zapatos de la novia: Gula | Anillo de compromiso: Joyería Edra | Argollas: Joyangel | Decoración y bouquet: Creta Event Styling | Fotografía: Tatiana Garcés Fotografía | Organizadores: Boda Planes
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