Vintage significa cosecha, en español. La mejor explicación para ese término está relacionada con el vino. Siempre se ha dicho que los mejores vinos son los de determinadas cosechas y se ha relacionado esto con lo añejos que resulten. Así, lo vintage hace referencia a aquello que corresponde a la mejor cosecha.
Encontrar un amor que vaya madurándose con el curso de los años y que llegue a un punto de crecimiento tal que adquiera un sabor único y exquisito, resulta toda una bendición en nuestros días. Natalia y Alejandro lo encontraron, cada uno en el otro y lo han compartido con nosotros.
Natalia es profesora de español y Alejandro es contador. Se conocieron hace ocho años; un amor añejo, y aunque él es un amante de los números y ella de las letras, tienen claro que su unión (como todas), no depende los gustos que compartan en común. Con el curso de los años han llegado a comprender que lo que los mantiene conectados el uno al otro, es el amor.
Como sucede con los vinos tintos, que generan una sensación de plenitud en la boca, de intensidad y complejidad, sucedió también con este amor que no necesito de aspavientos para dar un paso adelante sino que le bastó la decisión de cada uno para seguir adelante: ‘la pedida de mano fue un momento muy romántico y tranquilo. Desde hace varios años sabíamos que éramos complemento. Por eso, desde entonces empezamos a construir nuestro futuro’, cuenta Natalia.
Natalia inició la búsqueda de su vestido y dio con la buena suerte de encontrar la tienda de Natalia Arango en su camino. Luego de probar y probar, sin ningún tipo de presión y con la ayuda de las asesoras, esta romántica novia encontró el increíble vestido estilo princesa que las fotografías nos permiten conocer y supo que, entre todos, ese era el indicado. Su maquillaje y peinado serían elaboración de Sandra Moncada, ‘un ser tierno, servicial, amable, encantadora, paciente… toda una profesional’, cuenta Natalia.
Alejandro también tuvo una elección muy acertada para su vestido. Optó por un diseño personalizado de Lugó Lugó: un creativo traje azul con la corbata y la camisa blancas, muy elegante. Al interior de la chaqueta, en la espalda más exactamente, un mapa recuerda los lugares que él y su Chiqui (así la llama de cariño Alejandro), han visitado; también tiene señalados los lugares que han soñado visitar.
La ceremonia se celebraría en San Esteban de Hatogrande, una iglesia colonial y de tendencia vintage en Girardota, Antioquia. Fue quizá uno de los momentos más conmovedores de todo el matrimonio: la sola capilla inspiraba, se le sumarían las emotivas palabras del sacerdote, la ceremonia de la luz, la ofrenda para los pobres y la oración de agradecimiento a La Virgen María Auxiliadora, devoción especial de los novios.
Las fotografías de Elizabeth Carvajal & Alejandro Mejía – Photo & Film nos permiten conocer con lujo de detalles lo decorativa que resultaba esta mesa de postres y lo apetitoso que era. Sobra decir que los novios quedaron más que felices con estas increíbles fotos.
Pero el detalle fundamental para la novia estaba en otro lugar. En las 13 mesas había, en cada una, un centro de mesa con lirios rosados, rosas, eucaliptos y otros tipos de flores propias de la tendencia vintage, todo siguiendo sugerencias de artículos encontrados en Zankyou.
Encima está algo que la novia guarda en el corazón muy especialmente: sobre unos platos base rústicos, estaban unos servilleteros elaborados a mano con yute ‘por toda una profesional, con mucho amor’, recuerda sensiblemente Natalia.
Los taninos son una sustancia orgánica que funciona como un preservativo natural, permiten a los vinos envejecer sin perder sus cualidades por muchos años. Así, usando la metáfora de los taninos, recordarán los novios a cada una de las personas que los acompañaron en su gran día. Así también se verán el uno al otro y recordarán esta boda como lo experesa Natalia: ‘el mejor momento de nuestras vidas, compartido con aquellas personas que han hecho parte de esta gran aventura’.
Vestido de la novia: Natalia Arango Novias | Maquillaje y peinado de la novia: Sandra Moncada – Maquillaje | Traje del novio: Lugó Lugó | Capilla: San Esteban de Hatogrande | Mesa de postres y ponqués: Casa de Azúcar | Fotografía: Elizabeth Carvajal & Alejandro Mejía – Photo & Film |
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