Cuando me mencionan el Rockefeller Center, en lugar de pensar en negocios o en lujosas boutiques, lo primero que me viene a la mente es la escena de ‘Mi Pobre Angelito 2’, Kevin frente al árbol de navidad pidiendo que lo único que es realmente importante, suceda. Solo quiere unirse de nuevo con la persona que más ama. En este caso hablamos de un niño y por supuesto, su mamá aparece corriendo y le da un abrazo. ¿Cómo se le ocurre una escena de amor en un centro empresarial a un escritor? La respuesta es sencilla: porque así sucede en la vida real. Adri y Ray son testigos de esa realidad.
Así es, este complejo de edificios en el centro de Nueva York, recordado por su pista de patinaje sobre hielo o por el siempre impresionante árbol de navidad, fue el escogido por Raymond para pedirle la mano a Adriana. Y es que, aunque la magia del amor se ha relacionado con lugares, la verdad es que se manifiesta en cualquier espacio o circunstancia, no importa si es el ambiente urbano de la Sexta Avenida, una suntuosa ciudad dentro de otra ciudad o una casa campestre en las afueras de Bogotá.
El lugar escogido por los novios para la boda fue El Retiro de San Juan, una bella hacienda en el Km. 13 de la Autopista Norte, vía Arrayanes. Allí, en medio de la arquitectura campestre de la capilla de San Juan Evangelista, lugar disponible para los novios que opten por esta hacienda, es donde se dio el enlace de esta pareja. Sería en ese recinto donde Raymond viera por primera vez a Adriana vestida de novia.
Adri resultaría deslumbrante en su vestido de Mori Lee Bridal, corte princesa, con escote en V tanto en el pecho como en la espalda y un broche de brillantes en la cintura, se veía reluciente bajo la lluvia. La pulida imagen tenía su remate en el maquillaje de Ricardo Espinosa, quién sellaría su obra acompañando el peinado de la novia con un velo hasta los codos.
Por su parte Raymond luciría un traje de Giovanny López, un elegante vestido gris con chaleco, corbata y zapatos negros. Todo resaltado por el blanco de la camisa y acompañado por el reloj como único accesorio. Luego de la ceremonia, la pareja se prestaría para esta increíble sesión de fotografías de Diana Hernández: los ambientes naturales, el amor de la pareja y el carácter espontáneo y natural de las demás fotografías reflejan el estilo de esta gran fotógrafa.
La celebración se llevaría a cabo en el Salón Retiro de la hacienda que, además de prestar su elegante arquitectura a la celebración, sería el punto de contacto entre la novia y Colibrí Producciones, quienes se harían cargo de la decoración del lugar. Luego de la recepción y la cena, vendría una celebración en las horas de la noche y la hora loca tendría gorras con los nombres de la pareja y accesorios de neón para todos los invitados.
Esa tarde llovió, pero el amor no tuvo problemas con esa situación y es porque no hace falta que el ambiente sea perfecto o se ajuste a los ideales para realizarse. Puedes estar en el centro de negocios de Nueva York o en las afueras de Bogotá, puede llover o hacer sol, puede estar apenas empezando o haber crecido durante años, pero el amor siempre va a conservar su costumbre de avanzar, de realizarse, de ser.
Lugar: Hacienda El Retiro de San Juan | Vestido de la novia: Mori Lee Bridal – Colombia | Maquillaje y peinado de la novia: Ricardo Espinosa | Traje del novio: Giovanny López | Fotografía: Diana Hernández Fotografía | Decoración: Colibrí Producciones ||
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