Si hay una fecha en la que nos encontramos con la familia, es esta: novenas, navidad,año nuevo y algunos que se toman días de vacaciones; todas ocasiones propicias para encontrarnos con toda esa gente a la que no solemos ver tan a menudo. Y aunque a todos los queremos, es posible que algunos tengan facilidad para hacernos sentir que probablemente no los queramos tanto. Pero en estas fiestas hacemos nuestro mayor esfuerzo para que el ambiente sea el mejor… y a veces lo logramos.
Sin embargo, aunque hay las ocasiones en las que lo logramos, también existen esos momentos en los que no soportamos ese tonito o esa forma de mirar que tiene cierto integrante de la familia. Y la idea de estas fiestas, como en todas, es que la familia disfrute de un buen momento en unidad. Ya conoces a tus familiares, y sabes que hay temas que no puedes tocar, pero te apoyaremos mostrándote algunos que son comunes a la mayoría de los casos y que jamás, JAMÁS, deberían traerse a una reunión navideña. Estos son:
Política
Siempre lo toca el familiar que es ‘el antisistema’. Y hay que admitirlo, el dicho tenía razón y la política es uno de esos temas que no se deben tocar jamás en una reunión. Despierta tal tipo de pasiones que difícilmente se puede controlar. Tenemos que reconocer que en esta época nuestro país enfrenta un momento en el que la polarización reina en el ambiente y nuestras emociones políticas han sido animadas con tan poca responsabilidad por los medios que explotar resulta fácil.
Ya sabes, ese tío o tía va a mencionar algo acerca de la escandalosa noticia que vio en internet, no importa cuánto sea tu compromiso con la verdad y con las causas justas, ¿qué tal si por la noche de celebración lo dejas seguir adelante con esa idea? Si no se te ha olvidado al día siguiente lo llamas y le explicas, (a ver si la llamada te dura más de dos minutos). Y si ves que algún primo azuza la llama, por favor, ¡no le sigas la corriente! Recuerdo la intervención de un primo que dio por finalizada mi discusión con una tía de una corriente política diferente: “Ustedes dañando la reunión y al fin esos políticos a ustedes no les dan ni para un tinto”, nos dijo. Y es cierto, ¿no?
Fútbol
Hay dos posibilidades a las que les tengo pavor. La primera es la del primo viejo, el que se sabe todas las fechas, contrataciones, resultados, campeonatos y cualquier dato relacionado con el torneo local… me corre un escalofrío de pensar que empiece con esa perorata. La otra es que, en una misma mesa, se encuentren esos sujetos que parecen ser hinchas discretos y empiecen a mencionar campeonatos comprados, cantidad de títulos obtenidos por cada equipo y a nombrar los mafiosos que supuestamente los patrocinaron… No, dejen esas conversaciones para un partido y preferiblemente para hablar con amigos que sean hinchas de su mismo equipo, no es justo dañar la noche por marcadores.
Los ausentes
Pero, cuidado, no me refiero a aquellos que esperamos que algún día vuelvan: el primo que está haciendo un doctorado o el familiar que trabaja en el exterior y que tienen la posibilidad de hacer una video-llamada. Me refiero a los que no van a volver. Por favor, no traigas a colación la memoria de aquellos que ya murieron. Hay familias que salen de esas conversaciones y hasta con buen ánimo. Pero hay otras cuyas reuniones nunca logran sobrevivir a esa conversaciones, así que ¿para qué traerlas a colación? Además, no parece un buen regalo de navidad que ayudes al familiar paranoico a suponer que tiene una enfermedad o alentar a los más viejos a decir que ya no saben hasta cuándo vivirán… Mejor enfocarse en los que están con vida ¡y disfrutarlos en este momento!
Los comentarios acerca de la comida
—El ajiaco no se hace así —empieza una tía—, ¿cómo se le ocurre que le va a echar arracacha? —ese puede ser el inicio de una discusión sin fin. Espera, ¿cómo así? ¿El anfitrión lleva horas preparando un plato para los invitados y alguno llega a decirle que no quedó bien hecho? Y peor es el caso del que llega a hablar de la comida que dieron en la novena de tal, que era un poquito más y estaba más rica. Ten por seguro que nadie quiere escuchar ese comentario, así que cuidado también en el caso inverso: ese comentario acerca de la comida que no te gustó en otra reunión puede agriar la cena de otros y la reunión entera. Mejor, aún cuando pienses que puede engordarte, hacer como dice el refrán colombiano, “comer callado”.
Lo que habrías hecho mejor
“Me hubiera dicho y yo le habría conseguido eso por la mitad del precio que le dieron”; nadie quiere escuchar esa frase unos días después de haber hecho un gran esfuerzo para comprar algo con lo que pretendía que todos los invitados se sintieran bien. Puede que sea muy cierto que si se hubiese anticipado unos días o meses, habrían podido reservar determinado lugar, pero ya no se hizo. ¿Para qué traer esa horrible sensación al presente? En algún libro de urbanidad y buenas maneras debe estar prohibido eso. Pero si alguien no lo encontrara, entonces está bien que lo difundamos: no es de buen gusto. Y el agradecimiento nunca sienta mal.
Y bueno, a fin de cuentas hay muchas otras cosas acerca de las cuáles se puede conversar, ¿no? La regla general es el tacto, ¿para qué mencionar que una talla creció si no se trata de un niño que crece o recordar al ex que no vino a acompañar a alguna prima en esta fiesta de año cuando hay tantas cosas lindas de las que se puede hablar en una reunión con la familia? No son tantas las veces al año que se ven, aprovechen y disfruten la posibilidad de acompañarse en estas celebraciones.
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